Sobre el autor

Mario Zúñiga Palomino (Lima, Perú, 1978). Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. LLM, The George Washington University Law School. Líder de la práctica de Competencia y Mercados de EY Law. Senior Scholar en Competencia en el International Center for Law and Economics.

Antes, Líder de la práctica de Competencia y Mercados de EY Law; Gerente de Asuntos Públicos en Alicorp S.A.A.; miembro de la Comisión de Defensa de la Libre Competencia del INDECOPI; Asesor en el Gabinete de Asesores del  Ministerio de Economía y Finanzas; Director de Investigaciones en Contribuyentes por Respeto  e investigador en el Instituto Libertad y Democracia. Profesor de Análisis Económico del Derecho en la Maestría de Derecho Empresarial de la Universidad de Lima (2017 a la fecha) y en la Pontificia Universidad Católica del Perú (2012 y 2022-I a la fecha); antes en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (2013-2014). Me encuentran en LinkedIn y en X (antes Twitter) como @MZunigaP. 

Desde chico pensé que era un negado para los números… y quizás lo sigo pensando. No obstante ello, en la Facultad de Derecho, gracias a las clases de profesores y amigos como José Juan Haro y Alfredo Bullard, comencé a tomar interés por en Análisis Económico del Derecho (AED) y la Economía.

Trabajar desde practicante casos de Libre Competencia con José Juan (en Andersen Legal, hoy EY Law, donde siempre interactué con economistas y contadores) y luego trabajar en la Secretaría Técnica de la Comisión de Libre Competencia del Indecopi (2004-2006) hizo crecer mi interés por entender cómo funcionan los mercados y la competencia; y en abordar tales cuestiones desde una perspectiva interdisciplinaria.

Posteriormente, debido a mi trabajo en el Instituto Libertad y Democracia de Hernando de Soto (donde seguí trabajando mucho con economistas), tuve oportunidad de verificar como en el Perú y en muchos otros países, la complejidad y la innecesaria ubicuidad del sistema legal son una barrera para la lucha contra la pobreza. Trabajar casi un año en un país como Albania ―que sigue sintiendo, o al menos seguía sintiendo en aquel entonces, los efectos del comunismo radical instaurado por el tirano Enver Hoxha por más de 40 años― me permitió comprobar los perniciosos efectos del colectivismo, especialmente cuando viene de la mano de un marcado autoritarismo. Posteriormente tuve la oportunidad de confirmar esto en Libia, donde trabajé casi seis meses, hasta que el inicio de la revolución que determinó la caída del régimen de Gaddafi me obligó a salir del país de emergencia. En este último país pude comprobar cómo los regímenes colectivistas producen pobreza y minan la competitividad de los países. Además, antes que lograr una mayor igualdad (su supuesto objetivo), producen una desigualdad que no se basa en el mérito o en el talento (como, al menos en alguna medida, pasa en sociedades más libres), sino en la habilidad para conectarse con el poder y obtener privilegios.

Me ubico más hacia la derecha del libre mercado y de las democracias liberales, aunque no me identifico con lo que tradicionalmente se denomina “derecha” en nuestro país (muchas veces impregnada de conservadurismo, intolerancia y mercantilismo). Por mi escepticismo en cuanto a la eficacia de la regulación se me podría calificar como un “libertario”, “neoliberal” o “liberal radical”. Personalmente prefiero opinar caso por caso y no etiquetarme, aunque, si me apuran, prefería definirme como un “liberal clásico». Esta inclinación por los mercados libres no significa ―como se argumenta frecuente y falazmente― que no considere necesaria la existencia de un Estado eficiente para proveer algunos bienes públicos como seguridad y justicia, e incluso para proveer y fomentar servicios como salud o educación. Mi posición ideológica, en cualquier caso, es un punto de partida. La evidencia puede indicar algo en contrario a lo que uno cree y hay que estar abierto a ello. Lo que importa, al final, y eso es lo que trataré de hacer en los posts que publique en esta página, es contar con reglas legales e instituciones que funcionen; que mejoren el bienestar social.

Además de la regulación y las políticas públicas, me interesan: la música, el cine, la literatura (hay que leer otras cosas que no sean Derecho o Economía), el fútbol y la cocina. Me apasiona enseñar y viajar.